Imagen tomada del Independent.co.uk
Una verdadera sopa de desechos plásticos que incluye todo género de basura doméstica e industrial ha formado manchones en el océano Pacífico (semejando islas en algunos puntos) de una extensión enorme que algunos han dimensionado en dos veces el territorio de los EEUU de Norteamérica (ver la gráfica arriba) y que van desde unas 500 millas náuticas al poniente de la costa de California, a lo ancho del Pacífico, más allá de Hawai y casi hasta llegar al Japón.
Así lo describe un artículo reciente publicado en el diario británico The Independent que señala además que estos manchones de basura plástica están creciendo a un ritmo alarmante, fenómeno que es propiciado por corrientes marinas confluyentes y porque la inmensa zona está sujeta a condiciones de muy alta presión barométrica, teniendo por tanto muy escasos vientos. Pero más que otra cosa, queda claro, juega un papel importante en este proceso de contaminación del mar la irresponsabilidad de los países con litorales en la cuenca.
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Un oceanógrafo norteamericano, Charles Moore -que descubrió por casualidad este basurero flotante cuando desvió la ruta de su barco para cortar camino de regreso a casa viniendo de una regata internacional en el archipiélago de Hawai-, sostiene que en esta zona, muy poco frecuentada por los barcos dadas las condiciones atmosféricas que ahí prevalecen, circulan cerca de cien millones de toneladas de plásticos de todo tipo. Sobra decir que ninguna medida efectiva está siendo iniciada por la colectividad internacional.
“Al principio” -afirma en el artículo de referencia Markus Eriksen , investigador de la Fundación Algalita para la Investigación Marina, basada en los EEUU- “mucha gente pensó que se trataba de islas enormes de basura en las que se podía caminar. Y no, no es precisamente eso, sino que es más bien una “sopa” de plástico de profundidad variable que se extiende por una zona inconcebiblemente grande y que podría ser dos veces mayor que el territorio continental de los EEUU”.
Dice Moore que cuando descubrió el manchón de basura en su travesía por el océano no podía creer el hecho de estar navegando por periodos superiores a una semana sin perder de vista los desechos que literalmente rodeaban su nave por momentos. Otros investigadores marinos de la región, particularmente de Hawai, afirman que será necesaria una tarea de mayor precisión para determinar el área real que estos desechos ocupan en la superficie del mar y la cantidad total de ellos, pero que realmente no hay razón para dudar de las estimaciones de Moore.
Lo que al parecer ha venido ocurriendo, es que debido a la composición química -polímeros de alto peso molecular- de los desechos, que los hace no biodegradables, estos se han venido acumulando a lo largo de los últimos cincuenta años. En efecto, se han encontrado objetos fabricados a mediados del siglo pasado flotando intactos o sólo parcialmente rotos en el mar. El efecto de los vientos o de la falta de ellos y de las corrientes marinas convergentes, ha escrito el resto de la historia en términos de la concentración que ahora se observa en estas grandes áreas de mar abierto.
El desastre ecológico que esto representa es impresionante. Se estima que muchos cientos de miles de aves y peces mueren anualmente víctimas de este tipo de contaminación, habiéndose encontrado en los aparatos digestivos de muchos de ellos todo género de objetos que han contribuido a su muerte: jeringas, plumas, cepillos para dientes, cintas y cinturones, encendedores, tapas y desde luego partículas minúsculas de materiales que se han ido fragmentando, entre los más comunes. Todos estos son confundidos por la fauna marina y por las aves por alimento. Esto, sin mencionar la alteración grave a los ecosistemas de aquellos lugares que son “visitados” por estas “islas flotantes e itinerantes” y que al retirarse en su lenta circulación de las zonas costeras –es el caso, por ejemplo, de los archipiélagos- han dejado un verdadero confeti de basura plástica que degrada dramáticamente el medio ambiente diríase para siempre. ¿Quién habría o podría algún día limpiar todas esa zonas ya contaminadas?
El denominado “Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente” ha calculado que aproximadamente cada milla cuadrada de océano contenía en el año de 2006 unas 45000 piezas diversas de productos plásticos. Esto plantea un problema inmediato y severo también para la salud humana ya que tales contaminantes actúan como esponjas que atraen otros químicos menos inertes y más tóxicos, como los insecticidas y los hidrocarburos -que se han derramado en el mar- y que finalmente entran acompañados por estas partículas plásticas diseminadas, por la vía de los peces y las aves, a la cadena alimenticia de la cual dependemos todos.
El problema evidentemente no es sólo de manejo de los productos que hemos venido fabricando desde el inicio de la era de los plásticos, hace 60 o 70 años, sino que está en la raíz misma del proceso productivo.
No existe hoy la solución técnica para generar plásticos solamente biodegradables que no contaminen por los siglos de los siglos nuestra casa -la única que tenemos- y mientras tanto se sigue fabricando a tambor batiente todo género de productos que consideramos desechables y que tarde que temprano, al menos una buena proporción de ellos, van a ir a dar inexorablemente a las grandes cuencas marítimas que hemos vuelto nuestro basurero.
Ya hoy, en otra región, se considera que el viejo Mare Nostrum (el Mediterráneo) es el mar más contaminado del mundo. Al fin y al cabo, al echar nuestra basura al mar no se ve lo que estamos haciendo. Y como no se ve… pues creemos con esa lógica ramplona que nos asiste como humanidad, que tampoco existe.
Un ejemplo más que cómo la especie humana continúa su ruta hacia el suicidio colectivo. Es cosa de tiempo.