lunes, 23 de abril de 2012

La moda verde

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Una agradable sorpresa este domingo al encontrar en la revista Dominical, del diario Últimas Noticias, bellas fotografías de Irene Esser, Miss Venezuela 2011, tomadas por Iván Dumont



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domingo, 22 de abril de 2012

El Día de la Tierra llama a la conciencia ambiental

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El Día de la Tierra -22 de abril- es una celebración anual del medio ambiente que todos los habitantes del planeta comparten y a su vez es un momento propicio para evaluar la labor de proteger los dones naturales de nuestro planeta. 

La Tierra es el único planeta que, hasta donde se sabe, alberga vida y posee agua líquida en su superficie. Esa esfera azul, blanca, verde y marrón, es nuestro hogar, el tercer planeta desde el Sol y el más grande de los planetas rocosos. 

La historia de este día refleja el crecimiento de la conciencia ambiental y su legado es la noción inequívoca de que el medio ambiente es objeto de inquietud universal.

Algunos estudios revelan que alrededor de 170 mil km2 de bosques son destruidos cada año. La causa principal es la deforestación de miles de terrenos, apoyada siempre por intereses económicos. 

A pesar de que no existe una organización central, muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) trabajan para registrar miles de actividades locales en escuelas y parques que marcan este día.

Durante esta fecha se afirma que la concientización hacia el medio ambiente es parte de la conciencia de cada nación. 

En el último año nuestro planeta sufrió cambios tremendos, desde grandes terremotos y fuertes huracanes, hasta alentadores descubrimientos de nuevas especies. La tierra pide ayuda y ha llegado la hora de que cada uno de nosotros asuma su responsabilidad como habitantes de este planeta. 

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miércoles, 18 de abril de 2012

Carta de un investigador científico al rey Juan Carlos de España

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Querido Juan Carlos,

Me llamo Alberto Sicilia, y soy investigador de física teórica en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el año pasado, enseñaba en la Universidad de Cambridge. Decidí regresar a España porque quería contribuir al avance científico de nuestro país.

A las pocas semanas de llegar, me llevé la primera alegría: Francisco Camps obtenía un doctorado cum laude apenas 6 meses después de dimitir como presidente de la Generalitat. Escribí dos cartas para felicitarle, pero no me respondió. Paco debe estar muy ocupado. Quizás le contrató Amancio Ortega para que diseñe la colección de trajes primavera-verano.

Abrí la segunda botella de champán al conocer los Presupuestos Generales recién presentados. La inversión en ciencia se recorta en 600 millones de euros. Imagínate que se nos ocurre apostar por la investigación y acabamos ganando un Nobel: quebraríamos el orden geopolítico mundial. Hasta ahora, los Nobel científicos son para británicos, alemanes, franceses o americanos. Nosotros nos llevamos los Tours, los Rolland Garros y las Champions League. Si empezásemos a ganar también en ciencia, ¿qué consuelo quedaría para David, Angela, Nicolas y Barack?

He sufrido la tercera y definitiva conmoción al saber de tu safari. Dicen los periódicos que costó 37.000 euros, dos años de mi salario. Los que nos dedicamos a la ciencia no lo hacemos por dinero. Al terminar nuestras tesis doctorales en física teórica, algunos compañeros se fueron trabajar para Goldman Sachs, JP Morgan o Google. Quienes continuamos investigando lo hicimos por pasión. La ciencia es una de las aventuras más hermosas en las que se ha embarcado la especie humana. Al regresar a España, entendí que atravesábamos una situación económica complicada. Por eso acepté trabajar con muchos menos recursos de los que ofrecía Cambridge y un sueldo inferior al que ganaba cuando era estudiante de primer año de doctorado en París.

Juancar, tengo que darte las gracias. Tu aventura en Botsuana me ha hecho comprender, definitivamente, cómo es el país al que regresé.

Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va a cazar elefantes mientras cinco millones de personas no tienen empleo. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se opera de prótesis de cadera en una clínica privada, mientras miles de compatriotas esperan meses para la misma intervención. Regresé a un país donde el Jefe del Estado se va de vacaciones en jet privado mientras se fulminan las ayudas a las personas dependientes.

Que yo me marche a otro lugar para seguir mis investigaciones no será una gran pérdida para España. No soy el Einstein de mi generación. Pero me desespera pensar en algunos físicos de mi edad que son ya referentes mundiales en las mejores universidades. Muchos de ellos soñaban con regresar un día a España. Teníamos la oportunidad de cambiar, al fin, la escuálida tradición científica de nuestro país. Nunca volverán.

Hemos convertido España en un gran coto de caza. Pero aquí no se persiguen elefantes ni codornices, sino investigadores. Dentro de poco podremos solicitar subvenciones a WWF por ser especie en extinción.

Permíteme terminar con otra cuestión que me turba. En África hay cientos de jóvenes españoles trabajando como cooperantes en ONGs. Chicos y chicas que viven lejos de sus familias porque quieren aliviar el sufrimiento humano y construir un mundo más decente. Si tenías tantas ganas de viajar a África, ¿porqué no fuiste a abrazar a esos muchachos y a recordarles lo orgullosos que estamos de ellos?

Juancar, en tu último discurso de Navidad afirmaste que “todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar”. Y digo yo, si unos meses después tenías planeado ir a cazar elefantes, ¿por qué no te callas?

Dr. Alberto Sicilia.
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